Quisiera borrar el recuerdo de aquella tarde que entre tus calles deje mi vida, que aunque quisiera no podría olvidarlo. Soy Caroreño de nacimiento, aunque por mis venas corra sangre puntofijense. Mi historia no es solo una triste historia, sino la manera en el cual el pasado marcó para siempre el resto de mis días. Una tarde caminando por el epicentro comercial de mi corazón latente, sentí como sus latidos llamaban a los míos en un sentimiento profundo, como me hipnotizaba su mirada mientras tropezaba su pie, como su cabello se posaba en mi pecho tras sostener la agonía perdida de su alma, y como después con un “Disculpa, no se en que pensaba, andaba en mi mundo” y como con una sonrisa entendí lo que significó para mi ese ramito de urupagua que dejo en mi mano. No volví a saber de ella hasta unas semanas después, cuando volvimos a encontrarnos para darles de comer a las aves, y una razón de ser a las gotas de la fuente de la catedral, le pedí que me hablara de ella y dijo “no hay nada que decir, esto es lo que soy” y cuando le pedí que fuésemos algo mas que compañeros de destino, soltó mi mano, corría como ocultando un secreto, yo tras de ella buscando una explicación, pero nos gano el destino, ese algo que me escondía, nos gano la muerte, pensé que fue un accidente, pero hace poco me enteré que era su miedo a pensar que no seria lo mismo si yo supiera la existencia de ese cáncer maligno, entonces mire a mi urupagua, y dije “se secó mi urupagua y yo con ella”
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Mientras las horas pasan mas caen nuestros pensamientos, déjame el tuyo allí. y gracias por tomarte tu tiempo.